A un año de la proclamación de la independencia de Chile, Monteagudo publicó este relato acerca de hechos trascendentes que lo tuvieron como testigo privilegiado.
A cien años de la independencia de Chile, este documento
permite conmemorar ese acontecimiento acudiendo a una fuente que permite acercarse a la vivencia y mirada de un protagonista que lo celebra en su primer aniversario.
Hoy hace un año que las armas de
la PATRIA reconquistaron á Chile del poder español, y restablecieron ese orden
de acontecimientos que la fuerza no puede ya interrumpir sino mientras oprime.
¡Quan diferente era entonces nuestra situación de lo que hoy es! La noche misma
que precedió á la Aurora de este día, sólo sirvió entonces para ocultar la
palidez y el temor que retrataban en todos los semblantes la inquietud de un
Pueblo oprimido, que espera el día de una gran batalla para ver rotas sus
cadenas ó quedar abrumado con su peso. Nadie buscó en aquella noche el lugar
del reposo, sino para gemir sin ser visto y pensar libremente sobre los riesgos
á que estaba expuesta su suerte y la de su familia, si la vicisitud de las
armas burlaba el coraje de nuestros bravos. Era preciso que todos afectasen
dormir para substraerse á la vista de los que asechaban las miradas y aun las
relaciones domesticas como indicios de crimen. ¿Qual fue el padre de familia
que mientras duraban las tinieblas, no se ocupó en calcular el número de las víctimas
que serían inmoladas en su casa por el número de hijos que le quedaban? Es
verdad que la esperanza de una victoria alternaba algunas veces con la
angustia: pero la esperanza en los grandes peligros no sirve sino para
encarecer el temor.
Al fin, al fin amaneció el día de Chacabuco, y su luz
disipó todas las sombras de la incertidumbre: aquel día respiró la naturaleza,
las madres vieron nacer de nuevo á sus hijos, y los Chilenos volvieron á
pertenecer á su pais. El 12 de Febrero de 817 fué un solemne presagio del 12 de
Febrero de 818: en la historia abreviada de estos dos días encontrarán las
generaciones venideras la data de su emancipación y el título autentico de su
patrimonio: la sangre que costó á nuestros guerreros el primero, y las lágrimas
de placer que ha derramado el Pueblo en el triunfante aniversario que hoy
celebra, dexan sellado para siempre el sublime destino de los Chilenos. Una
revolución tan memorable en los anales del género humano ha excitado
transportes que sólo pueden apreciar las almas sensibles, porque entre ellas
hay un lenguaje que el corazón no ha revelado á la lengua. ¡Felices los que
habiendo sido testigos del entusiasmo público no necesitan lér la relación de
la gran fiesta cívica de Chile para graduar la energía de sentimientos que ha
desplegado este gran Pueblo al ver enarbolado el Estandarte de su
INDEPENDENCIA! Los que han visto amanecer este día, han vivido en un momento más
que las tres generaciones precedentes. Que importa consagrar el resto de
nuestra existencia á sostener esta grade obra? La unión de sentimientos, el
amor al orden y la constancia apresurarán la época en que deben cesar nuestros
sacrificios, para empezar á disfrutar la paz y la prosperidad que está
reservada á los pueblos libres.
El 9 de Febrero se anuncio por un
bando Nacional el orden que se observaría en las fiestas cívicas: desde aquel
momento el Pueblo esperaba con impaciencia la noche del 11 para desplegar el
entusiasmo de que esta ba poseído: apenas llegó la hora deceada, un grito de
alegría universal acompañó al estruendo del cañón que tantas veces há hecho
palpitar el corazón de la PATRIA anunciando la llegada de un nuevo opresor ó el
nací-miento de un principe que á su turno aumentaría los eslabones de la cadena
que arrastraba la América.
Apesar del regosijo con que todos pasaron esta
noche, ella pareció demaciado larga por la impaciencia con que todos deceaban
saludar la Aurora del 12: Al toque de diana se formaron en la plaza mayor las
tropas de línea, y las guardias cívicas de infantería y caballería. Entre tanto
el concurso se aumentaba de tal modo, que ya excedía la capacidad de este vasto
espacio. Poco después de las seis apareció sobre el orizonte el precursor de la
libertad de Chile. En este momento se enarboló la bandera Nacional, se hizo una
salva triple de artillería, y el Pueblo con la tropa saludaron llenos de
ternura al sol mas brillante y benéfico que han visto los Andes, desde que su
elevada cima sirve de asiento á la nieve que eternamente la cubre. Luego se
acercaron por su orden los alumnos de todas las escuelas publicas, y pues tos
alrededor de la bandera cantaron á la PATRIA himnos de alegría que exitaban un
doble interés por su objeto, y por la suerte venturosa que debe esperar la
generación naciente destinada á recoger los primeros frutos de nuestras
fatigas. Los padres y madres que veían á sus inocentes hijos levantar las manos
al cielo é invocar el dulce nombre de la PATRIA, han gozado sin duda un placer
capaz de indemnizarles la cruel necesidad en que antes han vivido de suspirar
por ser estériles. A las nueve de la mañana concurrieron al palacio directorial
todos los tribunales, corporaciones, funcionarios públicos y comunidades: luego
entró el Excmo. Sr. Capitán General D. José de San Martin acompañado del Sr.
Diputado del Gobierno Argentino D. Tomás Guido y la plana mayor: á las nueve y
media salió el Excmo. Sr. Director precedido de esta respetable comitiva, y se
dirigió al tablado de la plaza principal: las decoraciones de este lugar
correspondían á la dignidad de su objeto, y en el centro de su frente se
distinguía el retrato del General San Martin.
Luego que los concurrentes
tomaron sus respectivos asientos, el Fiscal de la Cámara de Apelaciones hizo al
pueblo la siguiente alocución en nombre del Gobierno. "Ciudadanos:
escuchad los sentimientos del Supremo Gobierno, que me ordena instruiros de
vuestros deberes. Vais ya á proclamar la ley más augusta del código de la
naturaleza. Os vais á declarar libres, é independientes de toda dominación
extraña; y con este decreto vais á romper las atroces cadenas que ós han
oprimido por 300 años. Vais a dar todo su valor al País mas favorecido de la
providencia; y ya el producto de vuestra industria, y agricultura lo
solicitarán con emulación, y le proporcionarán las mas útiles ventajas los
demás pueblos de la tierra. Vais á franquear vuestros mares y comercio á todas
las Naciones; ós traherán la abundancia, la comodidad y la cultura. Vais á
abrir á vuestros hijos la carrera del honor, de los empleos, del comercio, y el
desarrollo de las virtudes, y talentos que con tanto esfuerzo se empeñaba en
sofocar el sistema colonial. Vais en fin'á colocaros en el punto donde adquirió
Roma toda su grandeza, Holanda su prosperidad, los Estados-Unidos del Norte
aquel inmenso comercio que los hace dueños de todas las producciones del Mar y
Tierra.
"Pero créd á la experiencia,
y á vuestro gobierno. No es la solemne, y augusta ceremonia con que publicáis
este decreto la que debe haceros felices: son las virtudes y el desempeño de los
heroycos deberes en que ós vais á constituir, los que han de traher ésas
ventajas.
Padres de la PATRIA, Magistrados
de Chile, mirad que al jurar la INDEPENDENCIA ós encargáis de las virtudes de
Bruto, y de Washington. Militares defensores del Estado: para proteger la
INDEPENDENCIA se ós presentan los modelos de Horacio, de Curcio y de los
Decios. Ciudadanos todos, el paso de las Thermopilas, y los campos de Platea, y
Marathón, ós aseguran que sin la mas estrecha unión, y la resolución mas firme
no se alcanza la gloria, y el respeto á que conduce una LIBERTAD, é
INDEPENDENCIA bien sostenida. Pueblos de Chile, en el momento que declaráis la
INDEPENDENCIA ós obligáis á ser unidos, virtuosos, y valientes.
"Pero
vosotras almas déviles no creáis ciertamente que éste es un paso imprudente, y
arrojado. El invariable sistema de la España la atroz y obstinada conducta del
rey Femado, y la impacable y constante ferocidad de sus mandatarios nos han
convencido en el espacio de ocho años que yá no hay mas paz ni tranquilidad
para la América, que la que ella se gane por su exfuerzo y por sus
resoluciones. Americanos afectos á la causa de España (si puede existir alguno
en éste dia) alucinaos, si sois tan infelices; pero dos años y medio de los presidios
y calabozos de Chile, y ocho de los reos de sangre que se han derramado en
America, ós deben desengañar que la guerra no es ya entre realistas y
patriotas, sino entre españoles y americanos; y que vosotros siempre seréis
victimas aunque les consagréis vuestra vida y vuestras fortunas. Españoles
europeos, el dia que Chile se declara libre é independiente á la faz del Cuelo
y de la tierra, no ós queda otro partido que ser hijos fieles del pais donde
labrasteis vuestra fortunas, donde pensáis morir y propagar vuestra
descendencia; ó abandonad para siempre un suelo que no ós puede ser grato á
pesar de tantos beneficios."
En seguida se leyó por el Sr. D.
Miguel Zañartu, Ministro de Estado en el Departamento de Gobierno, la Acta de
la INDEPENDENCIA concebida en estos términos. "La fuerza ha sido la razón
suprema que por mas de trecientos años ha mantenido al nuevo-mundo en la
necesidad de venerar como un dogma la usurpación de sus derechos y de buscar en
ella misma el origen de sus mas grandes deberes. Era preciso que algún dia
llegase el término de esta violenta sumisión: pero entretanto era imposible
anticiparla: la resistencia del débil contra el fuerte imprime un carácter
sacrilego á sus pretensiones, y no hace mas que desacreditar la justicia en que
se fundan. Estaba reservado al siglo 19 el oír á la Amé rica reclamar sus
derechos sin ser delincuente, y mostrar que el periodo de su sufrimiento no
podía durar mas que el de su debilidad. La revolución del 18 de Septiembre de
1810 fué el primer esfuerzo que hizo Chile para cumplir esos altos destinos á
que lo llamaba el tiempo y la naturaleza: sus habitantes han probado desde
entonces la energía y firmeza de su voluntad, arrostrando las vicisitudes de
una guerra en que el gobierno español ha querido hacer ver que su política con
respecto á la América sobrevivirá al transtorno de todos los abusos. Este
último desengaño les ha inspirado naturalmente la resolución de separarse para
siempre de la Monarquía Española, y proclamar su INDEPENDENCIA á la faz del
mundo. Mas no permitiendo las actua les circunstancias de la guerra la
convocación de un Congreso Nacional que sancione el voto público; hemos mandado
abrir un gran registro en que todos los Ciudadanos del Estado sufraguen por si
mismos libre y expontaneamente por la necesidad urgente de que el gobierno
declare en el dia la Independencia ó por la dilación ó negativa: y habiendo
resultado que la universalidad de los Ciudadanos está irrevocablemente de
cidida por la afirmativa de aquella proposición, hemos tenido á bien en
exercicio del poder extraordinario con que para este caso particular nos han
autorizado los Pueblos, declarar solemnemente á nombre de ellos en presencia
del Altísimo, y hacer saber á la gran confederación del género humano que el
territorio continental de Chile y sus Islas adyacentes forman de hecho y por
derecho un Estado libre Independiente y Soberano, y quedan para siempre
separados de la Monarquía de España, con plena aptitud de adoptar la forma de
gobierno que mas convenga á sus intereses. Y para que esta declaración tenga
toda la fuerza y solidez que debe caracterizar la primera Acta de un Pueblo
libre, la afianzamos con el honor, la vida, las fortunas y todas las relaciones
sociales de los habitantes de este nuevo Estado: comprometemos nuestra palabra,
la dignidad de nuestro empleo, y el decoro de las armas de la PATRIA; y
mandamos que con los libros del gran registro se deposite la Acta original en
el archivo de la Municipalidad de Santiago, y se circule a todos los Pueblos,
Exércitos y Corporaciones para que inmediatamente se jure y quede sellada para
siempre la emancipación de Chile. Dada en el Palacio Directorial de Concepción
á 1 de Enero de 1818, firmada de nuestra mano, signada con el de la Nación y
refrendada por nuestros Ministros y Secretarios de Estado, en los Departamentos
de Gobierno, Hacienda y Guerra.— Bernardo O'Higgins— Miguel Zañartu— Hipólito de
Villegas— José Ignacio Zenteno."
Después de leida la Acta se
postró el Exmo. Sr. Director, y poniendo las manos sobre los santos evangelios
hizo el siguiente juramento. "Juro á Dios y prometo á la PATRIA baxo la
garantía de mi honor, vida y fortuna sostener la presente declaración de
INDEPENDENCIA absoluta del Estado Chileno, de Fernando VII, sus succesores, y
de cualquiera otra nación estraña." Luego exigió él mismo igual juramento
al Sr. Gobernador del Obispado, quien á la formula anterior añadió en los
transportes de su zelo la clausula que sigue.— Y asi lo juro, porque creo en mi
conciencia que esta es la voluntad del Eterno. Seguidamente recibió S. E. el
juramento al Sr. General San Martin como á Coronel Mayor de los Exércitos de
Chile, y General en Gefe del Exército Unido. Entonces el Sr. Ministro de Estado
en el departamento de Gobierno lo llamó simultáneamente á todas las
corporaciones y funcionarios públicos, y después el Sr. Presidente de Cabildo
batiendo el pabellón nacional por los quatro ángulos del tablado, recibió al
pueblo el juramento en la forma que sigue. "Juráis á Dios y pro metéis á
la PATRIA baxo la garantía de vuestro honor, vida y fortuna sostener la
presente INDEPENDENCIA absoluta del Estado Chileno, de Fernando VII, sus succesores
y de qualquiera otra nación extraña?"
Aún no había acabado el pueblo de
oír estas ultimas palabras, quando el cielo escuchó el primer juramento digno
del pueblo Chileno. En este acto se arrojaron me dallas de la jura, y se hizo
otra descarga triple de artillería: luego baxó el acompañamiento, y se dirigió
á la plaza de San Francisco, donde el Presidente del Cabildo acompañado de dos
regidores subió á un tablado á exigir del pueblo el mismo juramento; y de allí
regresó á la casa del General San Martin, quien después de felicitar á la
comitiva por el grande acontecimiento de este dia y felicitarse á sí mismo de
haberlo presenciado, re novó las protextas que tantas veces tiene hechas de
sostener la libertad de Chile empleando todo su zelo y consagrando hasta su
propia existencia: su lenguaje retrataba el fondo de su sinceridad no menos que
la firmeza de sus intenciones, y nadie pudo escucharle sin conmoverse y
presagiar victorias a la PATRIA. Luego salió por su orden el acompañamiento, y
siguió hasta el Palacio del gobierno donde dexó á su Excelencia. El 13 á las 9
de la mañana salió el Director Supremo con la misma comitiva, y se dirigió á la
plaza de la Merced donde repitió el Presidente del Cabildo la ceremonia del dia
anterior, y concluida volvió sobre sus pasos la comitiva, dirigiéndose á la
plaza de la Universidad con el mismo objeto. De allí regresó á las once de la
mañana por la misma calle hasta llegar á la Catedral: aquí se cantó con toda la
magnificencia posible un solemne Te Deum, que terminó las funciones de este
dia.
El 14 á las 9 de la mañana salió de palacio el Di rector Supremo con el
mismo acompañamiento de los días anteriores, y asistió á la iglesia Catedral á
la misa de acción de gracias que se celebró, después de la qual dixo el D. D.
Julián Navarro una oración análoga á las circunstancias del nuevo destino á que
es llamado por la providencia el Estado de Chile. Concluida esta función, las
Autoridades, Presidentes de Tribunales y Corporaciones pasaron á felicitar al
Gobierno y ofrecerle los votos de patriotismo y entusiasmo nacional por la
consolidación de nuestras nuevas instituciones, por la paz interior y por el
buen suceso de las armas de la PATRIA. El embiado argentino fué el primero que
tomó la palabra, y dirigiéndose al Director Supremo, dixo: Por fin llegó señor
el momento suspirado de publicar ante el genero humano que Chile es libre, y
que se ha abjurado para siempre el dominio de los reyes de España. Vuestra
nación afligida con todos los horrores de una guerra de ambición y venganza,
obscurecida por un sistema tenebroso del gavinete de Madrid, y degradada por un
código calculado para oprimir, tocó el termino de su sufrimiento y acredito
ante todos los hombres, que permaneció en sumisión á sus conquistadores,
mientras el derecho de la fuerza prevaleció al de la justicia, al de la razón y
de la naturaleza. Este grande acontecimiento que restablece la dignidad, la
opulencia, la igualdad, la ilustración, la paz, el poder y el esplendor de una
porción preciosa del nuevo mundo, sonará como un trueno en las capitales de la
Europa, é inspirando un dulce consuelo á los amigos de la especie humana, se
aplaudirá por los liberales del mundo y se escuchará con sobresalto por el rey
Fernando, y sus satélites; pero al llegar á noticia de mi gobierno excitará en
el la emoción mas tierna de contento y satisfacción por la LIBERTAD de sus
caros hermanos cuya suerte ha ocupado tan eficazmente sus desvelos. Los
ardientes votos de las provincias unidas del Sud se han cumplido ya, y sus esfuerzos,
la sangre de sus hijos derramada en este dichoso suelo por la destrucción de
los tiranos, y quantos sacrificios les sea necesario renovar en auxilio de los
hijos de Chile serán indemnizados de hoy en adelante con el placer de verlo
libre feliz é independiente. Con tales sentimientos de gozo y el mas alto
respeto ante V.E. y demás magistrados del pueblo que me cercan, reconozco á
nombre de mi gobierno la soberania del Estado Chileno y su absoluta
INDEPENDENCIA. Quiera el Cielo que ella sea tan eterna como ha sido heroyca la
resolución de proclamarla: que la unión dé consistencia á la LIBERTAD que
habéis adquirido: que una constancia inalterable contra los enemigos de la
PATRIA des cubra en vos el espíritu de Bruto: que un olvido eterno de los vicios
de la administración colonial haga la felicidad de vuestros semejantes, y que
la posteridad bendiciendo este dia lo recuerde con lagrimas de gratitud como el
origen de todos sus bienes. Tales son los fervorosos deseos de mi gobierno, los
de mis conciudadanos y los mios personales. Recíbelos Señor, como el tributo de
la buena fe, con la seguridad que hasta que baje al sepulcro numeraré entre las
horas mas dichosas de mi vida, la de haberos felicitado hoy el primero á nombre
del Estado Argentino por la emancipación de Chile. Concluidas las
felicitaciones se retiró la comitiva, y en la noche de este dia se sirvió en el
Palacio del Gobierno un brillante refresco, siguiéndose después las diversiones
de que se hablará luego.
El 15 dio un gran convite el embiado de las Provincias—Unidas
al Director Supremo y todos los funcionarios públicos de ambas listas, con
algunos vecinos de distinción que componían el número de 70 á 80 personas: en
esta función el gusto rivalizaba la abundancia, y la alegría de los convidados
igualaba la sinceridad de sentimientos que los unía. Es imposible formar idea
del interesante espectáculo que ha ofrecido Chile desde el 11 hasta el 16 por
la no che: la variedad y brillantes de los fuegos de artificio, las
iluminaciones publicas, las músicas y coros patrioticos que se encontraban por
todas partes, las danzas y pantomimas que formaban los quince gremios de la
Ciudad, y la maestranza compuesta de 580 hombres, vestidos con variedad en las
formas, pero con uniformidad en los colores, para guardar consonancia con los
del Pabellón, los carros triunfales que estos conducían llevando cada uno de
ellos diferentes símbolos que re presentaban la fama, el árbol de la LIBERTAD,
la Amé rica y otros objetos análogos á estos dias; la Bandera tricolor que
puesta en las fachadas de todas las casas al lado del Pabellón Argentino
ofrecían un golpe de vista tanto mas agradable á los ojos cuanto era mas interesante
á los espectadores, el contemplar la eterna alianza que existirá entre ambos
Estados, y la sinceridad con que están resueltos á sostenerse reciprocamente en
qualquier peligro: todo este conjunto de ideas y representaciones, excitaba un
entusiamo capaz de enagenar la apatía misma. Las antiguas y opulentas Ciudades
de la culta Europa, pueden muy bien desplegar escenas en que el refinamiento de
las artes haga que se confunda la ilusión con la naturaleza, y que desconozca
el genio los afectos de su propia invención: el espíritu no se cansará quizá de
admirarlos, pero el corazón jamás encontrará en ellos el resorte que lo mueve.
Solo un pueblo que acaba de romper las cadenas de la esclavitud, que anuncia al
mundo y á la posteridad su nuevo destino, y que por la primera vez descubre un
porvenir que puede ya contemplar sin estremecerse; és capaz de gozar los
tranportes que causa el espectáculo mas sencillo, quando la naturaleza y la
razón inflaman el sentimiento.
Antes de concluir el bosquejo de la gran fiesta
cívica de Febrero, és justo hacer una observación que releva el mérito de las
virtudes cívicas que ha mostrado Chile. El entusiasmo pone siempre á una prueba
difícil la circunspección de los pueblos, y este es el estado en que
naturalmente revelan el secreto de su debilidad ó de su fuerza, de la solidez
de sus principios ó de la aberración de sus ideas. Ninguno que haya observado
de cerca el espíritu publico en estos días, vacilará sobre el concepto que
debe formar de la situación política de Chile. Tanto en las conversaciones de
los hombres que piensan como en los mismos gritos de la multitud exaltada, se
han visto prevalecer exclusivamente tres grandes sentimientos: unión con el
Estado Argentino, energía contra los agresores de la INDEPENDENCIA de Chile, y
mode ración en los principios que el voto nacional proclama como bases de su
futura constitución. Una de las circunstancias mas solemnes que sé notaron en
los dias de la jura y que nunca se recordará con indiferencia, fue el
ceremonial con que sé llevaban en el paseo cívico las banderas de ambos
Estados: el Diputado del Gobierno Argentino llevaba la de Chile, y el
Presidente de la Municipalidad de Santiago, la de las Provincias Unidas. Desde
el Xefe Supremo de la Nación hasta el ultimo ciudadano, todos proclamaban sus
ardientes votos por la unión de dos pueblos que habiendo sido igualmente
desgraciados baxo el yugo español, ha llegado el gran dia en que sean
igualmente felices baxo el imperio de las leyes. La energía contra los enemigos
exteriores se manifestaba de un modo tanto mas digno de inspirar confianza,
quanto que éste no era yá el lenguage de un resentimiento que muchas veces
traiciona al que desea satisfacerlo. Los principios que todos anhelan ver sancionados
en la nueva constitución, están bien lejos de confundirse con esas teorías que
desacreditan las revoluciones, y que confunden el espíritu de novedad con el
espíritu de reforma. Ocho años há que está en marcha la revolución; los tiempos
no son los mismos, y las ideas no pueden dexar de rectificarse con la
experiencia. Chile es y será libre, porque al derecho une ya la fuerza, y á la
fuerza la moderación y uniformidad de sentimientos.
EDICIONES DE LA REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS Y SERIE FUENTES DE LA EMANCIPACIÓN
Santiago de Chile MCMLXXXVIII
Versión facsimilar en
http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0059058.pdf