El historiador de la economía
Roberto Cortés Conde y su discípulo Gerardo della Paolera, en un encuentro con
la historia y el futuro argentinos y con la búsqueda de sentidos para el país
Por Luciana Vázquez
LA NACION, 11 de noviembre de
2012
¿Qué tiene para decir uno de los
grandes nombres de la historia económica en la Argentina cuando se le pregunta
sobre los problemas del presente? Sobre el gran tema de la educación, por
ejemplo. Me refiero al abogado, con posgrado en sociología, historiador y
economista autodidacta Roberto Cortés Conde. Por supuesto, Cortés Conde dará
datos y, por supuesto, serán datos sobre el pasado, pero, y ahí su riqueza, con
lecciones para el presente y el futuro.
Por ejemplo, y lo cito:
"Entre fines del siglo XIX y 1930, la Argentina pasó de un 80% de
analfabetos en el primer censo de 1869 a un 20% alrededor de 1930. En dimensión
mundial, fue un fenómeno impresionante. ¿Cómo se hizo? En el mismo período, la
población argentina crecía a una tasa altísima por la inmigración pero el
enrolamiento en las escuelas primarias crecía a una tasa mayor y el presupuesto
a la educación crecía a una tasa aún mayor que la del enrolamiento en las
escuelas primarias. Ésa fue la primera revolución educativa que tuvimos en la
Argentina".
Después de los datos llegará la
interpretación. La comparación con la ampliación de la matrícula en la escuela
secundaria durante el peronismo, que también superó la tasa de crecimiento de
población. El dato de que esta vez el presupuesto educativo no acompañó ese
crecimiento al mismo ritmo, "un verdadero indicador de calidad". El
inicio de un problema endémico en la Argentina, el descenso de su calidad
educativa.
Las cifras y su lectura salen con
naturalidad de boca de Cortés Conde. No es para menos: Cortés Conde cambió
paradigmas dentro de su disciplina y sumó la teoría económica a la
investigación histórica, y a éstas las conectó con la investigación empírica. Y
así estableció los pilares para un giro profundo en la historiografía económica
en el país. Una verdadera revolución en su campo.
Pero como al más común de los
mortales, a Cortés Conde le llegó la hora de retirarse. Hace veinte años que
enseña e investiga en la Universidad de San Andrés, donde es profesor emérito.
Y ahora, para continuar con su legado en San Andrés, tomará la posta otra
figura clave de la historia económica nacional, Gerardo della Paolera,
discípulo brillante de Cortés Conde, con doctorado en Economía por la
Universidad de Chicago, rector fundador de la Universidad Di Tella y referente
en el campo de la historia económica latinoamericana, que se hará cargo de la
cátedra Luis María Otero Monsegur, en San Andrés, dedicada a la historia
económica.
En una especie de dueto moderado
por la varita del periodista, y también historiador, Carlos Pagni, Cortés Conde
y Della Paolera dialogaron sobre el peso de las instituciones económicas, sobre
el esfuerzo de dar sentido al devenir argentino a partir del conocimiento, todo
en el marco del homenaje que la Universidad de San Andrés organizó el pasado
martes para despedir al gran historiador.
"La Argentina no ha tenido
una movilidad social a través de la meritocracia. La ha tenido a través del
clientelismo, que es un cáncer", dirá Della Paolera cuando le tocó a él
dar su visión de historiador de la economía puesto a pensar sobre la educación.
Para Della Paolera, educación,
productividad y movilidad social genuina van de la mano. Y la revolución
educativa deseable pasa por su calidad. Pero en una democracia populista,
afirma, el asistencialismo pone en riesgo la calidad de sus bienes públicos,
entre ellos, la educación.
En otro tramo del encuentro, el
análisis histórico económico llegó, hacia atrás, a un momento fundacional de la
Argentina, que condiciona toda su historia.
Lo expuso claramente Cortés
Conde: "En la Argentina en el fondo tenemos un problema institucional
desde el principio de la vida independiente que viene de los virreinatos,
cuando se forma esta especie de desmesura colonial".
Según Cortés Conde, mientras los
colonos ingleses en Estados Unidos eran quienes pagaban los impuestos de su
bolsillo, las colonias españolas se mantenían con la renta de la plata.
"Era una sociedad y una economía rentística. La fuente principal de
ingresos eran las regalías, no los impuestos. Buenos Aires empezó siendo un
virreinato deficitario que dependía de los recursos que llegaban desde Potosí",
dice Cortés Conde.
La renta minera será reemplazada
luego por los recursos aduaneros, reconstruyó el historiador, hasta 1930. Y
aquella historia inicial quedará grabado a fuego un dilema que sigue pesando:
"Del treinta en adelante, estamos encerrados en esa trampa: ¿quién paga
por todos los bienes sociales, los bienes comunes, los bienes públicos que
algunos quieren que los beneficien?", se pregunta Cortés Conde.
Por su lado, Della Paolera puso a
la figura de Carlos Pellegrini como un presidente ejemplar, del que vale
aprender algunas lecciones. Según su perspectiva, Pellegrini garantizó la
bonanza económica de Argentina entre 1899 y 1913 a partir de una certeza:
"Sabía claramente que no existe la posibilidad de integrarse al mundo
desde el punto de vista del sector real de la economía si uno es un malandra
desde el punto de vista de la cuenta de capital y el mercado de
capitales".
El debate también llevó a las trampas
que tienen detenida a la Argentina, siempre enfrentada a los mismos problemas.
"¿Por qué esta insistencia en reiterar cosas que han sido
equivocadas?", se pregunta Cortés Conde. Pero el historiador económico no
encuentra respuestas: "Los países han tenido crisis, pero en general han
aprendido. A la altura de la Segunda Guerra Mundial, la Argentina no había
tenido las experiencias extremas que tuvo Europa, pero mientras que Europa
aprendió a costos terribles, la Argentina tendió a insistir con cosas que el
mundo ya había superado. Es lo mismo que pasa hoy: tenemos una Argentina
anacrónica. Hay algo en esta insistencia que está más allá de lo que yo puedo
concluir”.
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